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¿Nombrarse Feminista?

Por Carina Henríquez Vilugrón

El denominarse feminista actualmente, no es algo que hagan todas, se ha producido un miedo a mostrar los ideales, y un cierto espasmo en las personas a la que se les nombra la palabra feminismo, ¿Por qué ocurre esto?

La respuesta más obvia es “porque desconocen lo que es y todo lo que ha realizado”, pero quizá la respuesta más realista sea que se les ha desinformado, se nos ha hecho creer a la población en general que sólo había un tipo de feminismo, radical, que luchaba en contra de los hombres, en lugar de que según las épocas y las realidades de cada país han existido y coexisten muchos tipos de feminismos, con un nexo común: luchar por el reconocimiento de derechos y oportunidades de las mujeres, y con ello, por la igualdad y equidad de todos los y las seres humanos/as.

Los prejuicios que se han difundido en torno a las mujeres feministas (poco agraciadas, insatisfechas sexualmente, con actitudes masculinas, lesbianas, resentidas, etc.) han provocado además que algunas mujeres que creían en los principios del feminismo no quisieran denominarse a sí mimas como feministas, y en menor medida, admitirlo públicamente.

El feminismo es un movimiento social que busca la toma de conciencia de las mujeres como colectivo humano, de la opresión, dominación y explotación de que han sido y son objeto por parte del colectivo de varones en el seno del patriarcado bajo sus distintas fases históricas de modelo de producción, lo cual les mueve a la acción para la liberación de su sexo en todas las transformaciones de la sociedad que aquella requiera. Como todo movimiento social, el feminismo no ha estado exentos de criticas y de creación de mitos y prejuicios en contra de quienes conforman parte de este grupo, esto provoca que las personas sucumban en una represión social y callen sus ideales, por el miedo a la discriminación y categorización.
El feminismo sostiene que la raíz de la desigualdad social en todas las sociedades hasta ahora existentes ha sido el patriarcado, la dominación del varón sobre la mujer. Considera que el patriarcado es una consecuencia necesaria del diferencialismo sexual, el planteamiento según el cual hombres y mujeres serían en esencia diferentes. Este suele reconocer que la sociedad actual permite a la mujer un ejercicio relativo del poder, a costa de desempeñar socialmente un papel masculino y sin dejar de lado las tareas culturalmente asignadas (maternidad, hogar, etc), sin embargo el feminismo no busca el ejercicio del poder ya que lo considera indigno y violento.

Se busca finalmente una liberación de la mujer a las ataduras a las que la sociedad las ata, así por ejemplo el deber natural a la maternidad, a las labores del hogar, al matrimonio, a trabajos de índole social a comportamientos suaves, etc, todo esto provocado por la creación de habitus, que impiden el empoderamiento de aquellas mujeres que se ven vulneradas.

Finalmente como feministas jóvenes, encontramos que Chile es un país que nos vulnera cada vez más, y que retrocedemos en términos de derechos sexuales y reproductivos. La prohibición de la píldora del día después en los servicios públicos y el alza de las pastillas anticonceptivas, es parte de la lucha de las feministas jóvenes de chile, ya que reconocemos que es en este (nuestro) rango etáreo en donde más afectan estas medidas, provocando un alza en la maternidad adolescente, más abortos clandestinos y menos calidad en la vida sexual.


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